Dr. Rolando Mendoza

Mamoplastia de aumento con implantes de silicona: guía para elegir talla, textura y forma sin perder tu esencia

Decidir agrandar el busto suele ser más complejo que señalar una foto en redes sociales. La mamoplastia de aumento es hoy una de las cirugías más personalizables, pero también la más cargada de mitos: “cuanto más grande, mejor”; “los implantes lisos se mueven”; “los texturizados son más seguros”. Separar la información confiable de la opinión requiere tiempo y asesoría especializada.

Durante la primera visita se conversa sobre la biotipo de cada paciente: ancho de pecho, altura del esternón, elasticidad de la piel y volumen glandular existente. A partir de ahí se definen tres variables clave. Tamaño: se mide en centímetros cúbicos, no en copas; dos mujeres con la misma talla de sostén pueden necesitar volúmenes distintos según sus medidas torácicas. Perfil: bajo, medio o alto determina cuánto se proyecta el busto hacia adelante sin aumentar el ancho de la caja torácica. Textura: la superficie lisa se desliza suavemente bajo el músculo, mientras la texturizada se fija y ayuda a reducir el riesgo de contractura capsular.

La decisión se prueba antes de entrar al quirófano. Mediante simuladores digitales se generan imágenes en 3D que permiten ver cómo se verá el resultado con 250, 300 o 350 cc, vestido o en bikini. También se valora la colocación: por debajo del músculo pectoral para pacientes delgadas o deportistas, y por encima para quienes ya tienen suficiente tejido para cubrir el implante. La anestesia TIVA evita náuseas y permite despertar cómodamente.

La recuperación se resume en tres fases. Primera semana: reposo relativo, faja de compresión y drenajes que se retiran al segundo día. Segunda semana: se retiran los puntos externos y se autoriza conducir. Primer mes: retorno gradual al trabajo y a caminatas ligeras; los ejercicios de torso completo se reanudan a las ocho semanas cuando el músculo ha cicatrizado alrededor del implante.

Los cuidados a largo plazo son sencillos: autoexploración mensual, ecografía anual y resonancia magnética a los cinco años para confirmar la integridad del implante. En caso de rotura o cambio de preferencia, la cirugía de revisión es ambulatoria y no implica mayor riesgo.

El resultado final se afina entre el tercer y sexto mes, cuando la piel se adapta y el busto adquiere un balance armónico con el resto del cuerpo. Muchas pacientes describen la sensación como “sentirse en proporción”: la ropa cierra mejor, la postura mejora y la autoestima crece. La mamoplastia de aumento no busca uniformar; busca realzar la silueta que ya te pertenece.

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